La situación de riesgo sanitario por la que desgraciadamente
está pasando el planeta tiene inevitables consecuencias negativas en la
economía global y en el mercado inmobiliario en particular. Las consecuencias
más obvias las podemos observar con tan solo salir a la ventana de nuestras
casas y ver los negocios cerrados. Mientras, lo que puede pasar en el futuro
dependerá de múltiples variables, y esto alimenta uno de los peores enemigos del
consumo y de la inversión, la incertidumbre.
Enfocando el análisis en el mercado inmobiliario industrial
podríamos decir que la situación actual es de una tensa espera. Con una gran
mayoría de empresas afrontando las directrices de seguridad sanitaria impuestas
por el gobierno y por lo tanto cerradas o funcionando en mínimos, de momento
todavía no se han producido grandes movimientos en el mercado de compraventa
ni de alquiler de naves industriales, pero todo apunta que en los próximos
meses habrá un cambio de escenario cuya magnitud dependerá de si la situación
sanitaria vuelve a la normalidad o si aparecen nuevos brotes.
En cualquier caso lo que está claro es que en los próximos
meses se producirá un descenso de la demanda de inmuebles industriales y un
aumento de la oferta por el ajuste del mercado y el cierre de empresas, generando un desequilibrio que
a su vez presionará a los precios a la baja. En este sentido es de prever una
demanda prudente mientras dure la incertidumbre y la contracción
económica derivada de la crisis sanitaria, mientras que, por otra parte, muchas
de las empresas que no tengan el suficiente músculo financiero para soportar
las consecuencias de la crisis se verán obligadas a rescindir sus contratos de
arrendamiento o, en algunos casos, se verán forzadas a poner sus propiedades
industriales en el mercado. No obstante creemos que este proceso será gradual y que afectará en
distinta medida a las empresas en función de su tipología. Lo más probable es
que en un principio la crisis se cebe con los negocios más pequeños y que
carecen de capacidad financiera, especialmente todos aquellos relacionados
directa o indirectamente con los servicios más afectados por COVID (hostelería,
comercio, etc), mientras que las empresas con más capacidad se mantendrán a la
espera de acontecimientos por si es necesaria una reestructuración para
disminuir gastos que les permitan garantizar su continuidad. En este sentido, hablando de reestructuración, muchas
empresas grandes que atraviesen dificultades se reorganizarán demandando
instalaciones más pequeñas poniendo en el mercado activos mientras que muchas empresas más pequeñas y con menos capacidad de resistencia económica se verán
abocadas al cierre temporal y al abandono de sus instalaciones.
Al hilo de esto, y como hemos comentado anteriormente, es de esperar que un aumento de la oferta y
una contracción de la demanda provocará una caída de precios, pero creemos que este ajuste de precios será contenido. No hay que olvidar que el mercado inmobiliario
todavía estaba pagando las consecuencias de la anterior crisis, y que los
precios ya estaban en gran medida ajustados. La evolución del mercado
inmobiliario de naves industriales presentaba datos positivos pero con
crecimientos moderados. Se vendía y se alquilaba, pero solo lo que estaba a
precios razonables, con poco espacio para el mercado especulativo. Por lo tanto
creemos que la crisis del COVID-19, va a tener una mayor incidencia en el
mercado inmobiliario por el lado de la oferta, con un mayor número de naves industriales disponibles tanto en el mercado de alquiler como de compraventa,
mientras que los precios de los inmuebles, si bien experimentarán una bajada,
esta será contenida siempre y cuando consiga estabilizarse la crisis sanitaria
y no haya nuevos brotes que generen más contracción económica.